“Que un chimpancé, situado ante un caballete que soporta un bastidor con una tela, y provisto de pinceles y botes de pintura, pueda pintar un cuadro de pintura abstracta (y aún engañar a críticos de arte, haciéndoles creer, como se lo hizo creer Desmond Morris, que ese cuadro era obra de un supuesto famosísimo pintor continental) no significa que ese chimpancé sea un artista digno de figurar en la historia de la pintura. A lo sumo significa que hay pintores y críticos de pintura que se mueven a la escala del chimpancé, lo que ya no encierra misterio alguno.”