Hay ocasiones en las que Internet es útil porque distrae, otras porque ofrece información de interés, e incluso en alguna de ellas consigue arrancarte una lagrimita sensiblera y emocionada desde lo más profundo de tu ser. En esta ocasión vengo a comentaros que a mí particularmente me ha ocurrido esto último. Una imagen que me ha hecho soltar una lágrima que bien podría equivaler en su extensión a la cuerda de un pozo.
Y no lo digo precisamente porque la emoción haya sido la causante del hecho lacrimógeno, sino porque hay escritos que, si bien sería contraproducente solicitar la pena capital para su autor, el castigo a infringir no debería andar lejos de una buena paliza.
Querido catequista (o catetista). Me parece una descomunal falta de respeto la forma en que te diriges a Dios. ¿Quién te crees para hablarle a Dios de “tú”? ¿Eh? ¡Eso no se hace hombre! por muy catequista que seas.
¿Cómo se te ocurre decirle a Dios que mea abandonado? Además llamándole la atención dos veces! como si en la primera no te hubiese oído!
¡Mira chaval!, DIOS NO MEA. Como mucho micciona o depone, dado su carácter divino. Es más, NI MICCIONA NI DEPONE. No tiene necesidades fisiológicas como cualquier mortal. Y por supuesto nunca lo hace “avandonado” porque ese palabro, que yo sepa, no existe.
De lo que sí me he dado cuenta es de su magnánima benevolencia. Veras, Dios te ha abandonado porque en su infinita bondad ha hecho de tripas corazón y no le ha quedado otra; y porque cree que la violencia volverá a engendrar violencia si se ensaña contigo como debiera.
Si esta frase me la dedicas a mí en un cartelón rojo, y además dentro de mi casa, seguramente te daría un abrazo que habrías meado tocino.
En fin. Perdónalo ¡Oh Dios! porque…. ¡bueno, esto…. perdónalo!
Gracias Gabriel por el aporte.
Carlos.
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